martes, 15 de abril de 2014

Simplificando la vida (parte I)

Una de las cosas más prácticas y revolucionarias que podemos hacer a nivel doméstico es simplificarnos la vida. Vamos a reflexionar sobre un aspecto de esta simplificación: respecto a los objetos materiales. La idea es centrarse en pocos objetos y disfrutar de las ventajas que ello conlleva. En otros posts, analizaremos cómo simplificarnos la vida en otros aspectos más interesantes que el material, como el afectivo o el mental, por ejemplo. Pero hoy vamos a enumerar algunas cosas que podemos hacer con los objetos materiales que poseemos:

(i) Guardar sólo la ropa que usemos y en un número de prendas razonable. Es decir, deshacernos de la ropa que no usemos, por el motivo que sea, o de algunas prendas que sí usamos pero que nos sobran. Naturalmente, no tenemos que tirar a la basura lo que no queramos; podemos donarlo o reutilizarlo (para hacer trapos o para confeccionar otra cosa, por ejemplo). Esto es de gran ayuda a la hora de decidir qué ponerse. Lo mismo que hemos dicho sobre la ropa se aplica al calzado u otros complementos que llevamos encima.

(ii) Tener el mínimo mobiliario en casa. En general, tenemos en casa demasiados muebles, adornos, instrumentos, enseres, piezas de todo tipo, etc. Esto implica caos, gasto, espacio, dolor de cabeza… Sacar de nuestras vidas todo (o buena parte de) lo superfluo dispensa un alivio tan grande que tendría que ser objeto de seria investigación. Los objetos con los que convivimos nos acaban generando dependencias más fuertes de lo que querríamos admitir.

(iii) Reducir al mínimo los objetos que coleccionamos. A todos nos gustan los objetos, en general. Muy a menudo las cosas son bonitas y, además, la misma diversidad entre las cosas resulta muy atractiva. Pero, como ya sabemos porque lo hemos experimentado, poseer objetos materiales no llena. Sin embargo, aunque podríamos renunciar a muchas cosas, a casi todos nos costaría renunciar a ciertos objetos fetiche (ya sean libros, por decir un tipo de objeto con muchos fans, u objetos que coleccionemos). En esta situación, no tenemos por qué tirar todos los objetos que amamos, pero sí quedarnos con los mejores. No todos los libros que guardamos son buenos, ni todas las piezas que tenemos son dignas de una buena colección. Incluso con los objetos de los que más nos cueste desprendernos, siempre hay que primar la calidad antes que la calidad.


Las ventajas de hacer una limpieza a fondo de los objetos que tenemos son casi innumerables: la ganancia de espacio vacío (¿hay algo que llene más?), el ahorro en mantenimiento y limpieza de lo que no tenemos, la rapidez a la hora de localizar los objetos, el alivio de quitarse de encima lo que realmente estorba, una liberación de ciertas cadenas (de las cuales la cadena consumista no es la menor), un mayor disfrute, aprecio y control sobre lo que se tiene… En fin, una simplificación de la vida. Lo simple es lo contrario de lo compuesto, no de lo difícil o complejo. ‘Simple’ no quiere decir sencillo, fácil. De hecho, llegar a una vida simple puede ser difícil. Y más teniendo en cuenta que todo tira en sentido contrario.

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