martes, 1 de abril de 2014

Moda de época y moda de temporada

La moda es un conjunto de tendencias que afectan no sólo a la ropa y a otros objetos que usamos, sino también al comportamiento y al estilo de vida. Ahora bien, podemos entender la moda de una manera laxa o de una manera más restringida. Según la manera laxa, la moda sería un conjunto de tendencias propias de una época relativamente amplia, como una década o más tiempo. Según una concepción más restrictiva de la moda, ésta sería un conjunto de tendencias en diferentes ámbitos pero en un plazo de tiempo mucho más pequeño (una temporada).

En el primer sentido de ‘moda’, todos vamos a la moda en la medida en que somos hijos de nuestro tiempo y nuestros gustos se adaptan a lo que hay. Nadie hoy en día viste como en los años 20 del siglo XX, ni tiene su casa decorada como en los años 50 ni usa un móvil de los años 90. Al volver la vista atrás o mirar fotos del pasado, por ejemplo, nos damos cuenta de que siempre seguimos las tendencias sociales de cada periodo, pero en el momento muchas veces no somos conscientes de estar siguiéndolas. La moda de la época es la moda que todos, pasando por los abuelos y los niños, inevitablemente seguimos. Según esta concepción amplia de la moda, seguir la moda es vivir conforme a los tiempos que corren.

Pero hemos apuntado que hay otra concepción de la moda según la cual decimos que unos van a la moda y otros no. Según esta noción, ir a la moda es seguir las últimas tendencias de una manera más consciente que meramente seguir las tendencias propias de una época; según esta concepción, las tendencias cambian notoriamente de temporada en temporada. Es en esta moda de temporada en la que entra en juego la tiranía de las modas, tiranía que dicta tener el último modelo de teléfono móvil o ponerse un brillante en el ombligo o llevar ropa con el color de moda de la temporada.
Este tipo de moda es el que se usa como gancho para ir quemando productos y consumir lo innecesario. Oponerse a seguir esta moda no es ir contra el avance ni negar tampoco la fascinación que sentimos por lo nuevo. Oponerse a seguir la moda de temporada es un acto de militancia contra el consumo innecesario y a favor de que cada uno cree su estilo de hacer y mostrarse en el tiempo que le ha tocado vivir. El problema es que lo que está de moda en cada momento se vende de una manera muy atractiva y, además, se relaciona con el éxito social. Efectivamente, mucha gente cae fascinada ante las argucias publicitarias de los productos de última tendencia. Por otro lado, ir a la última es sinónimo de tener ciertas cualidades (tener poder adquisitivo, estar enterado e interesado en lo más novedoso, ser especial, etc.) socialmente admiradas. Esto supone que sea muy tentador, para muchos, seguir la moda.


Si somos de los que caemos rendidos ante las modas, hay que tener en cuenta que podemos, hasta un cierto punto, seguir las últimas tendencias sin gastar dinero o gastando muy poco. Podemos recurrir al intercambio de cosas, a la modificación o adaptación artesanal de prendas o productos, etc. Pero lo ideal es pasar olímpicamente de las modas de temporada. Para ello, algunos tienen que hacer un trabajo importante de superación psicológica, pues se trata de coartar un modo fácil de acceder a cierto prestigio social. Ese trabajo puede empezar por intentar conseguir prestigio social por otras vías más meritorias, o por dar menos valor a lo estético, o por no dar tanta importancia a lo que piensan los demás sobre uno, o por interiorizar que las modas son mecanismos de homogenización. La diferencia entre seguir la moda de una época y seguir la moda de una temporada es la diferencia que hay entre tener que consumir algo y tener algo que consumir.

2 comentarios:

  1. Contundente artículo sobre una “epidemia de estulticia” que se abate sobre nosotros (aunque las víctimas voluntarias tienen su merecido).
    Inmejorable exposición.
    Un saludo

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