viernes, 28 de febrero de 2014

¡Cuidado con el materialismo!

A menudo oigo críticas contra el materialismo de la gente hoy en día. Con ‘materialismo’, estos críticos se refieren (por lo que dan a entender y se puede adivinar) a algo así como el apego y el amor desproporcionados a los bienes materiales. Contra estas críticas, tengo poco que decir. Es cierto que solemos dar más importancia de la que tiene (o debería tener) a ciertas posesiones materiales prescindibles. Esto hace que ansiemos objetos innecesarios que no tenemos, que valoremos a los demás por lo que tienen, que sintamos un gran vínculo con nuestras posesiones, y una serie de otras cosas poco racionales. En este sentido, ser materialista no es deseable. Pero el término ‘materialismo’ tiene otra acepción que sí hace que sea deseable y sensato ser materialista.

martes, 25 de febrero de 2014

La democracia y la creación de la mayoría

En España, uno de los mayores acontecimientos deportivos de cada año, en cuanto a expectación, seguimiento, publicidad generada, etc., es el partido (o los partidos) de fútbol entre el Barça y el Real Madrid. No es raro que, al acabar el año, esté entre lo más visto por la televisión (incluyendo todo tipo de programas). Algo parecido sucede cuando el F.C. Barcelona o el Real Madrid juegan una final europea. ¿Cuánta gente suele ver este tipo de partidos en España? Pues, si damos por buenas las cifras que se publican, unos 15-16 millones de personas como mucho (dependiendo de la expectación generada). Siendo esta cantidad una cifra respetable, tampoco lo es menos la siguiente observación: contra lo que pueda parecer, la gran mayoría de los españoles -en España hay unos 46 millones de habitantes- no sigue los Barça-Madrid. Resulta, pues, que el amigo rarito al que no le interesa el fútbol no es, a fin de cuentas tan rarito: su postura es la mayoritariamente seguida por los españoles. Y eso que el bombardeo publicitario de este tipo de partidos es descomunal…

viernes, 21 de febrero de 2014

La coherencia en el discurso

Hoy vamos a reflexionar sobre un tema general, la coherencia en el discurso, a partir de un caso hipotético de un tipo de discurso en cierto ámbito. Supongamos un país en el que la explotación y la comercialización de las fuentes de energía y, en particular, de la energía eléctrica están en manos de empresas privadas. Esto no impide, sin embargo, que el Estado tenga una cierta intervención en el precio final que los consumidores pagan por la luz. Grosso modo, una parte de la factura eléctrica que pagan los usuarios se destina a impuestos y demás tasas que marca la administración pública. La otra parte se destina a pagar el servicio y el consumo a la empresa privada correspondiente. Supongamos, además, que este país (mejor dicho, una parte importante de sus habitantes) se encuentra en un período de crisis económica, de manera que muchos de los ciudadanos pasan apuros para pagar un servicio básico como la luz. Vamos a considerar ahora dos posibles propuestas o discursos ante esta situación, asumiendo que todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de hacer asequible el precio de la luz para todos los ciudadanos.

martes, 18 de febrero de 2014

Por arte de magia (parte II)

En el último post hablamos de la creencia que aún tenemos en ciertas formas de magia. A veces, la desesperación o el deseo hacen que queramos creer que las cosas pueden cambiar milagrosamente, por arte de magia. Pero esto no suele suceder -si es que sucede alguna vez. Por el contrario, las situaciones suelen presentar cierta resistencia al cambio y es necesario un cierto esfuerzo por nuestra parte. Hay que poner voluntad y trabajo para empezar a estudiar, para seguir una dieta que nos conviene, para hacer ejercicio, para fomentar las relaciones personales, etc. En definitiva, para ser y actuar como nos gustaría. En realidad ya sabemos que todo esto cuesta trabajo y que no hay soluciones milagrosas que nos hagan cambiar sin nuestra implicación, pero, pese a todo, nos resistimos a descartar las soluciones mágicas de una vez y vamos posponiendo el momento de empezar a actuar. Entre los factores que nos dificultan el cambio, creo que hay dos decisivos: la suposición de que cambiar requiere un gran esfuerzo y la suposición de que, pese al enorme esfuerzo necesario, el resultado no será gran cosa. (Es curioso que estemos deseando creer en ciertos resultados milagrosos cuando tal creencia no tiene pies ni cabeza y, en cambio, descartemos los resultados milagrosos cuando se deben a nuestro esfuerzo).

jueves, 13 de febrero de 2014

Por arte de magia (parte I)

Pese a ser racionales, a los seres humanos nos seduce la idea de la magia y, muchas veces, queremos creer que pueden darse los milagros –aunque sea a cierta escala. Hoy vamos a repasar algunas situaciones típicas que ilustran nuestra creencia –errónea, claro- en los efectos mágicos.

viernes, 7 de febrero de 2014

La neotenia y la racionalidad

La neotenia es el estado de un organismo que se caracteriza por la madurez del aparato reproductor y, a la vez, la inmadurez o el retardo en el desarrollo del resto del cuerpo. Es decir, se trata de la conservación de ciertos rasgos juveniles pero con un aparato reproductor propio de un individuo adulto. La neotenia afecta a algunas especies concretas, mientras que a otras muy parecidas, no. Así, por ejemplo, hay una especie de salamandra cuyos individuos padecen neotenia (llegan a la madurez sexual en su fase larval), mientras que los individuos de otras especies muy cercanas no la padecen. La reflexión en torno al fenómeno de la neotenia es interesante para el caso del ser humano. ¿Somos una especie con neotenia?

martes, 4 de febrero de 2014

La vida es más sencilla de lo que pensamos... o no

Hay un cierto discurso que podríamos resumir en el siguiente slogan: la vida es más sencilla de lo que pensamos. Según este punto de vista, la vida consiste en estar aquí y ahora, concentrados en el presente. El estrés, las preocupaciones, las anticipaciones no hacen más que impedir que nos concentremos en lo inmediato. No es bueno que mientras el cuerpo está en un sitio, el cerebro esté en otro, pues están hechos para estar y actuar juntos. La tranquilidad y la satisfacción derivan de la armonización entre el cuerpo y la mente, y su punto de encuentro es la atención en este instante. Tenemos que volver a ser niños y vivir el presente como ellos. El futuro no existe, no deberíamos preocuparnos por él. Nuestro bienestar depende de nosotros mismos; se trata de atender a nuestra naturaleza y actuar conforme a ella y a lo que siempre hemos sabido: no merece la pena preocuparse demasiado por nada, la vida es demasiado corta y no debe malgastarse. Hay que ser feliz ahora. Suena bien todo esto, ¿verdad? Pues no.