lunes, 14 de octubre de 2013

Historias nuevas

¿Qué tienen en común las historias que se detallan a continuación?

(1) Tras quedarse en paro y agotar la prestación por desempleo, X lamenta haber tirado en el pasado todo el dinero que malgastó en cosas que no necesitaba. ¡Si pudiera devolver ahora alguna de esas cosas inútiles y recuperar el dinero que invirtió en ellas…! X se ha prometido a sí mismo que, de ahora en adelante, aunque vuelva a tener un buen empleo algún día, no volverá a desperdiciar su dinero de esa manera.

(2) Tras haber estado a punto de morir en un grave accidente de coche, Y se da cuenta que lo más importante en la vida no es el trabajo, sino disfrutar de los seres queridos y apreciar el hecho de estar vivo y sano. Antes del accidente, la mayor parte del tiempo libre y de los esfuerzos de Y eran para su trabajo y no reparaba en nada más. Tras perder un ojo, valora más la salud y el cariño de los que le acompañaron en los peores momentos.

(3) Después de sufrir una clamorosa injusticia, con una sentencia firme en contra, los ciudadanos del pueblo Z se sienten desengañados con las instituciones. Estos ciudadanos habían denunciado a una gran compañía que provocó destrozos irreparables en el medio natural del pueblo y que, con ello, se cargó cientos de puestos de trabajo (que dependían de la calidad del agua de la zona). Sin embargo, los tribunales sólo han impuesto una sanción mínima, simbólica, a la compañía en cuestión. Los denunciantes afirman que ahora ven que la justicia está al servicio de los más poderosos.

Respondiendo a la pregunta inicial, obviamente, lo que tienen en común estas historias -aparte de ser un tipo de historias que se repite continuamente- es que los implicados cambian de opinión o se dan cuenta de algo tras haber sufrido en sus carnes una cierta experiencia. Esta experiencia es la que les proporciona la motivación necesaria para entender algo que antes, aunque tenían la capacidad para ello, se resistían a entender. Es la vieja historia de siempre: la única motivación efectiva es la propia experiencia.

Contemos ahora historias nuevas:

(1’) Por suerte, X’ nunca ha sufrido una situación de verdadero apuro económico. Sin poder llevar una vida de lujos, ha podido cubrir siempre sus necesidades y darse algún que otro pequeño capricho. Pero, en general, ha destinado el dinero de su trabajo sólo a adquirir lo necesario. Además, siempre ha sido consciente que cualquier día podría verse en una situación peor y va ahorrando por si eso sucede.

(2’) Y’ nunca ha estado a punto de morir; de hecho, el percance más grave que ha tenido es haber sido operado de fimosis. Sin embargo, siempre ha tenido muy claro que lo importante en la vida no es el trabajo ni los bienes materiales sino compartir lo mejor de uno con los seres queridos. Además, siempre ha tenido en cuenta que estar sano y poder llevar una vida más o menos en condiciones es una gran suerte y no pocas veces se siente agradecido.

(3’) En el pueblo Z’, los ciudadanos nunca han tenido ningún conflicto con ninguna multinacional ni nada parecido. Por supuesto, a diferencia de lo ocurrido en Z, nunca han presentado ninguna denuncia por haber sufrido ciertos perjuicios en su comunidad. Sin embargo, tienen muy claro que la justicia no es igual para todos y, en particular, que un pueblo pequeño de gente humilde no tendría nada que hacer contra algún gigante empresarial.

¿Qué tienen en común estas historias nuevas? Que los individuos llegan a las mismas conclusiones que los protagonistas de las viejas historias sin la necesidad de pasar ellos mismos por ninguna mala experiencia. ¿Cómo llegan, entonces, a esas conclusiones? Fácil: conociendo la experiencia de otros. Así, por ejemplo, X’ está cansado de ver gente a su alrededor que tira el dinero y, cuando llegan las penurias, cambia su valoración de las cosas. Y’, por su parte, vio morir al padre de su mejor amigo siendo un tipo obsesionado con el trabajo y que antes de morir lamentaba no haber vivido de otra manera. Los vecinos de Z’ conocen a algunos vecinos de U’, que no fueron indemnizados justamente por los abusos de una multinacional que se instaló en el pueblo. Aparte de eso, se dan a conocer tantos casos similares en los medios de comunicación…

¡Aprovechemos la experiencia de los demás para aprender nosotros! No seamos protagonistas de viejas historias. Ya tenemos la capacidad de llegar a las conclusiones correctas, lo que nos hace falta es querer saber lo que les pasa a los demás y querer aprender de las cosas que pasan.

2 comentarios:

  1. Siento llevarte la contraria, dice el dicho: “nadie escarmienta en cabeza ajena”.
    Sé que estoy ahora mismo en contradicción conmigo mismo, aún creyendo este aserto, aporto experiencias propias por si sirven a alguien…
    Pero solo lo aprovecharán los sabios, pues la gente aprende de las propias experiencias…mientras que los sabios aprenden de las experiencias ajenas.
    Es decir aporto para provecho de los sabios sobrevenidos. :-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece muy bien que me lleves la contraria. Creo que es verdad que lo que uno aprende por propia experiencia se le queda grabado (al menos a veces). Pero también creo que se puede aprender de experiencias ajenas y de la mera observación del mundo. Así, he aprendido muchas cosas. Algo que me resulta patético es ver a una persona de edad avanzada admitir que acaba de darse cuenta, por verse directamente afectada, de que, por ejemplo, la justicia no es igual para todos. ¿A dónde ha estado mirando durante toda su vida? Hay cosas que hay que saber aunque nunca te hayan pasado a ti; hay que sacar conclusiones de las experiencias ajenas.

      Eliminar