martes, 1 de octubre de 2013

Cuando tiramos el dinero

Hace unos días veíamos que hay ocasiones en que nos obligan a tirar el dinero (por ejemplo, cuando tenemos que comprar en la farmacia 60 pastillas necesitando sólo 12). Pero, por desgracia, en muchas otras ocasiones, acabamos tirando el dinero voluntariamente, ya sea por un mal cálculo, por dejadez, por debilidad o por falta de crítica.

Repasemos algunas de esas ocasiones para ser conscientes de nuestros errores:

(i) Tiramos comida caducada o en mal estado. Generalmente por no planificar bien o porque nos puede el ansia de hacer acopio, compramos más comida de la que vamos a gastar en un cierto periodo. Como resultado, ésta se estropea y hay que tirarla.

(ii) Compramos por capricho. A veces compramos caprichosamente sin ningún otro motivo importante. No es raro entonces que lo que hemos comprado acabe aparcado en un rincón sin apenas uso.

(iii) Desperdiciamos energía. Por falta de conciencia y/o por comodidad, dejamos luces encendidas innecesariamente, no apagamos los testigos de los electrodomésticos cuando no los usamos, dejamos el aire acondicionado o la calefacción puestos cuando no hace falta, desperdiciamos agua, cogemos el coche –o el metro- para distancias pequeñas, etc.

(iv) No reclamamos lo que nos corresponde o nos parece justo. Por pereza, vergüenza o (supuesta) falta de tiempo no reclamamos que nos devuelvan en el supermercado lo que nos han cobrado de más; o en el banco, el dinero de una comisión injusta; o en el taller, el dinero de unos repuestos o tratamientos innecesarios que no hemos pedido, etc.

(v) Tenemos vicios. Un caso claro es fumar. Todo fumador sabe que está tirando el dinero y se siente imbécil por ello, pero no puede remediarlo (hasta que un día sí puede, claro). Lo mismo se aplica al alcohol, al juego, a las drogas, etc. (cuando se trata de una adicción y no de un pasatiempo esporádico).

(vi) Compramos cosas que creemos que necesitamos pero no es así. Es el caso de muchos medicamentos (en especial, pero no sólo, de ésos que venden sin receta), cremas, productos de higiene (tanto personal como del hogar), etc.

(vii) Contratamos servicios extra que nunca usaremos. Muchas veces, por vergüenza o dejadez, al contratar servicios como seguros, organizaciones de viajes, reparaciones, altas de suministros, acabamos pagando por extras que nos cuelan por defecto, o descaradamente, pero no necesitamos.

Hay, sin duda, más ocasiones en que tiramos el dinero. Pero sumando el dinero que tiramos en un año sólo en los casos que hemos comentado, seguro que la cifra no es despreciable. Y hay que recordar que son ocasiones en que no nos vemos obligados al desperdicio; sólo depende de nosotros cambiar la situación. Tirar dinero es tirar trabajo propio y ajeno, gastar energía y recursos, contaminar y complicarse la vida.

2 comentarios:

  1. Amiga Laura, te ha salido un estupendo artículo minimalista…aunque lo etiquetas como racionalidad, bién es que creo como tú que minimalismo es racionalidad, pero queda más fashion etiquetar como “minimalista”.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, he decidido prescindir de la etiqueta "minimalismo" y usar "racionalidad" porque creo que se ajusta más a lo que quiero apuntar. Por otro lado, como comentas, el término "minimalismo" podría asociarse con un cierto esnobismo... De todos modos, y aunque los términos empleados tengan su importancia, lo más importante es lo que se dice, el contenido. Si éste me aporta algo, cómo se etiquete me parece secundario... Gracias por tu comentario

      Eliminar