viernes, 30 de mayo de 2014

La información como entretenimiento

El otro día vi un anuncio de la agencia F en que esta se presentaba como difusora de “contenidos de información y entretenimiento”. Esta asociación de la información y el entretenimiento me hizo pensar inevitablemente en cómo la primera ha quedado subsumida bajo la segunda. Aunque el eslogan de la agencia F, en tanto que agencia que pretende ofrecer una imagen seria, separa o yuxtapone ambas cosas, la realidad es que la información se ha transformado en otra forma más de entretenimiento. Es obvio que no ponemos las noticias para informarnos sobre cómo va el mundo. Si quisiéramos esto último, buscaríamos diversas fuentes alternativas, compararíamos las informaciones, haríamos un seguimiento de ciertos sucesos, etc. Cuando ponemos las noticias, buscamos un rato más de esparcimiento, exactamente igual que cuando ponemos una serie o una película. Esta consideración de la información tiene unas consecuencias nefastas.

(i) Quizá la consecuencia más obvia y repetida es la falta de una actitud crítica, tanto por parte del medio difusor –los periodistas- como por parte del espectador. Cuando uno tiene la actitud de entretener a otros, o ser entretenido por otros, mediante algún contenido, abandona la actitud crítica y escudriñadora y simplemente se deja llevar por contenidos facilones. En este punto, la responsabilidad de los periodistas y los medios es mayor que la de los espectadores. La simplificación de la realidad, la repetición de clichés dañinos, la eterna estigmatización de ciertos sectores, la falta de pluralidad en los puntos de vista, el no cuestionamiento de las verdades oficiales, el peloteo descarado a los poderosos, entre otros procedimientos periodísticos habituales, son imperdonables. Pretender que así se informa a la gente es una broma. Otro factor importante que se escapa a la crítica es la propia selección de lo que es noticia o información relevante. Ciertos hechos poco comerciales y con poca capacidad para el entretenimiento no serán noticia independientemente de su relevancia social, política o económica.

(ii) Otra consecuencia, también muy comentada, del tratamiento de la información como un entretenimiento es la pérdida de la sensibilidad que debería acompañar al conocimiento de ciertos acontecimientos. Las hambrunas, las catástrofes naturales, los problemas sociales, la violencia extrema, son algunos de los casos que a menudo salen en las noticias y ante los cuales nos quedamos impasibles. La insensibilización procede de una serie de factores que se dan en el tratamiento de la información. Uno de esos factores es la banalización en la presentación de hechos graves, que se aprecia por ejemplo en la sonrisa estúpida del presentador del hecho en cuestión o en la yuxtaposición de una noticia seria y una frívola sin solución de continuidad. Pero, claro, esto se hace ¡por mor del entretenimiento! Otro factor que contribuye a la insensibilización es la falta de un análisis de la situación. Ante las grandes desgracias, los medios se limitan a mostrar y describir una parte, la más superficial, y parece que todo ocurre porque el mundo es así. Y, ante la fatalidad, nos volvemos insensibles, preferimos no implicarnos en el asunto pues no hay nada que hacer. También la repetición hasta la nausea de ciertas imágenes morbosas (siempre y cuando sean de gente lejana) contribuye a la insensibilización general del consumidor de información.

(iii) Por último, el considerar la información como un objeto de entretenimiento implica hacer amena, como sea, esa información. Una información pesada, muy larga, difícil de entender, sin variedad, no es una buena candidata para el esparcimiento. Cualquiera que haya visto un telediario sabe que a cada noticia no se le dedica más de tres o cuatro minutos, jamás se profundiza en las causas, se presentan unas tras otras sin más, se ofrecen cada día noticias de diversos ámbitos (política, internacional, economía, deportes, cultura, etc.). Es decir, se ofrece un popurrí superficial, ligero y, a poder ser, levemente sensacionalista. Esta exigencia de variedad y ligereza es la que también impide que, llegados a un cierto punto, un tema -por ejemplo, una guerra- que se ha tratado canse y se abandone por un tiempo. La consecuencia es que el seguimiento de una noticia se hace atendiendo a criterios de entretenimiento de la audiencia potencial.


Creo que en todos los puntos que hemos tratado, los medios (o sea, los periodistas) tienen más culpa que los consumidores de la información. La tarea autocrítica que se impone a los periodistas es urgente. Pero los espectadores no debemos de aceptar la pésima información que nos ofrecen. Tenemos que asumir que, aun fuera del trabajo, no todo el tiempo de ocio puede ser mero entretenimiento tonto.

2 comentarios:

  1. Magnifica exposición de una realidad, pero apostillaría el que los periodistas han dimitido de su vocación y han trocado en empleados, con la consecuencia que escriben al dictado, y el dictado quiere un cuadro a medida.
    Un saludo

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    1. Gracias Alberto Antonio. Comparto tu opinión sobre la práctica periodística actual (al menos la mayoritaria).
      Un abrazo

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