miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿Por qué inteligencia emocional y no emociones inteligentes?

Ciertamente, hay una oposición inicial en el ser humano entre la inteligencia y las emociones, oposición que responde a la que hay entre la parte racional y la parte irracional. Ahora bien, como el ser humano comprende ambos aspectos, la mencionada oposición inicial no es más que aparente. Querámoslo o no, al tener que convivir forzosamente con la razón y con las emociones, estamos condenados a establecer algún equilibrio o pacto entre ellas. Al final, más que oponerse, se complementan. Esta visión holística del ser humano parece más ajustada que una visión compartimentada de nuestras facultades.

Tras la idea tan cacareada desde hace algún tiempo de inteligencia emocional, creo que puede estar la concepción del ser humano como un todo global. En este sentido, no me parece mal destacar el papel que las emociones juegan en el razonamiento. El problema es que se olvida de enfatizar la influencia que se ejerce en el sentido contrario: la que va del razonamiento a las emociones. También la inteligencia influye, y es bueno que así sea, en lo que sentimos. Es más, es posible, hasta cierto punto, cambiar nuestras emociones y sentimientos guiados por el razonamiento. Como digo, sin embargo, esto no se destaca nunca y siempre se hace hincapié en el aspecto emocional implicado en la inteligencia. Esta omisión del raciocinio que puede haber tras las emociones contribuye a silenciar a la razón, a despojarla de poder, fomentando el discurso irracionalista tan extendido por todas partes.


El discurso que defiende la supremacía de lo irracional o emotivo se alimenta de todo tipo de teorías, desde el psicoanálisis freudiano hasta las teorías de la inteligencia emocional, pasando por la psicología de masas. Estas teorías siempre pecan de lo mismo: conceder una relevancia desmesurada a lo emocional sin una buena justificación y negar u omitir una racionalidad detrás o al lado de los sentimientos. Por eso, cuando oigo hablar de inteligencia emocional, me pongo en guardia. Al final, me parece más pervertido omitir que las emociones pueden ser inteligentes que afirmar que inteligencia y sentimientos van por caminos separados y que es un misterio explicar por qué a veces se entrecruzan.

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